El cubo está pensado originalmente para ofrecer una comunicación directa entre pacientes que se encuentren en sus domicilios y enfermeras.
El paciente sólo tiene que girar el cubo de forma que en la parte superior se sitúe la cara que indica el grado de dolor que está sufriendo. La electrónica interna del cubo recoge esa cara y guarda en una base de datos la hora y el grado de dolor del paciente. La enfermera puede recibir inmediatamente en su teléfono un aviso de ese cambio y actuar.
El historial del grado de dolor a lo largo del tiempo queda registrado para su consulta posterior.